2009/12/01

Bonanova


Yo he diseñado el regulador de aminoácidos sintéticos del Bonanova. Mi trabajo ha consistido en catalizar las moléculas del córtex a través de las materias vitales. Toda función cerebral depende de la perfecta distribución de las enzimas por el sistema orgánico artificial. He calculado la autonomía de vida del Bonanova en cinco mil años. Pasado este tiempo podrá recargarse con una nueva fuente de vida sintética.

—¿Se encuentra usted bien? —le dije cuando salió de su apartamento.

Andreu Carabia me miró insolente, casi despectivo, pero me dio en la espalda unos suaves golpes cuando manifesté una cierta incomodidad.

—Soy un científico, querido amigo —me contestó—, y hace tiempo que relegué mis emociones a un plano eminentemente práctico.

En el ascensor volví a romper el silencio.

—Doctor Andreu, quería expresarle mi más sincera admiración, tanto por su talento científico, como a un nivel personal. Un reto como éste solo puede afrontarlo una persona como usted.

—¿No se pondría usted en mi lugar?

Esta pregunta me cogió por sorpresa. Siempre había pensado que era una locura y así lo había expresado en alguna ocasión.

—Sinceramente, no creo que pudiera. Creo en el Bonanova, usted ha creado un verdadero milagro. Pero no podría soportar la soledad, y tengo una mujer y unos hijos que no lo entenderían.

—Pues tal vez en otra ocasión —me dijo—. Sería usted una de las personas que recomendaría. Sé que me ha dado usted lo mejor de sí mismo y le estoy muy agradecido. También espero que nunca, como yo, tenga que comprobar que se ha quedado solo.

—Si fuera así, tal vez nos volveríamos a ver.

—Sí, quién sabe —rió—. Ahora todo es posible.

—Todavía le tengo mucho apego a mi cuerpo —dije alegremente, con un gesto de falsa satisfacción, como si tuviera motivos para estar orgulloso.

—¿Que edad tiene usted?

—Ciento cuarenta y tres.

—Yo no soy mucho mayor. Cumpliré ciento sesenta en el Bonanova.

Antes de sumergirnos en las profundidades del lecho marino pudimos ver la manguera de lanzamiento, enrollada sobre si misma formando una gigantesca espiral. Cruzamos entre una densa traslación de Physophora hydrostatica, que a la luz de los deflectores me pareció un acontecimiento maravilloso. Al llegar a las instalaciones salió a recibirnos la mismísima Von Fon Crufer. Yo nunca antes la había visto en persona, y debo reconocer que me impactó sobremanera.

Fon Crufer fue la primera persona en digitalizar su pensamiento en un modulo receptáculo inorgánico legal. Muy alejado de los prototipos actuales adquirió la inmortalidad virtual en un incómodo artefacto de escasa movilidad, perdiendo recuerdos y significativos aspectos de su personalidad. En una pantalla, una imagen de su antigua apariencia expresaba sus emociones en formas apenas comprensibles para los demás.

—Doctor Andreu, bienvenido. Todo está dispuesto. Síganme, por favor.

Delante de nosotros se desplazaba a escasa velocidad cruzando el hangar dirigiéndonos una extraña sonrisa.

“Estoy muy impresionada, Doctor Andreu, con este artilugio tan sorprendente. El pulpo, como se le ha dado a llamar. Parece ser que ha pensado en todo. Su sistema impulsor es sencillamente una genialidad. Por no hablar del centro de energía vital puro, un estupendo corazón para su Bonanova.

“Su abuelo estaría muy orgulloso, las materias vitales que creó, usted, las ha llevado a un nivel muy superior. Va a ser un dios, estimado doctor Andreu. Llevar vida sintética a los confines de nuestra galaxia.

“En cuarenta y tres minutos la manguera de lanzamiento emergerá cuatro kilómetros doscientos veintiún metros con un grado de constricción de un treinta y cuatro por ciento. Con un factor de presión mínimo obtendremos una expulsión óptima. Tenemos el tiempo calculado. Dentro de una hora habrá roto usted la fuerza gravitatoria de la tierra.”

Con solo acercarse el doctor Andreu al Bonanova el recubrimiento polimorfo se activó, y lo que hasta el momento era completamente negro se trasformó en una textura luminosa y transparente que se desplazó dejando al descubierto un segmento de la esfera interior. La tocó con la mano el doctor Andreu y se desgajó aquel fragmento visible, quedando desplegado formando un asiento.

El doctor Andreu me tendió la ampolla que le debía inyectar. Ésta le provocaría la paralización definitiva de su sistema nervioso periférico y un estado de coma que le duraría una hora, recobrando la consciencia una vez establecidos los primeros vínculos neuronales con el Bonanova. Su cuerpo tardaría un año aproximadamente en disgregarse por completo.

Realicé este desagradable tramite cuando el doctor Andreu se introdujo en el Bonanova.

—No tenga ningún temor. Estoy dispuesto.

—Buen viaje, doctor Andreu.

—Hasta siempre.

Fin

6 comentarios:

  1. A ver, a ver, pero que yo me entere. ¿Ese cacharro, el Bonanova, está ya en producción? Lo digo porque tal vez me interesaría invertir mis ahorros en un aparatito que me ayude a prolongar mi vida hasta el infinito y más allá. Seguro que a mis nietas les daría un patatús.
    Un abrazo

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  2. No se apure, doña María, que ya verá que tarde o temprano sale algún científico loco con un invento milagroso. Por ahora podemos conformarnos con la eficiente y maravillosa técnica criogénica. Se le amputaría la cabeza y la meterían en la nevera, así seguro que a sus sobrinas les pegaría el patatús.

    Gracias por pasarse por aquí, doña María
    Un beso
    Rafa

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  3. Buen relato de ciencia ficción. Cargado de tecnicismos que le dotan de un realismo plausible en un futuro lejano de nuestra humanidad. Te felicito. Aunque espero que sigas dándole también al humor, del cual eres un maestro. Un saludo, compañero de teclado literario.

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  4. Gracias Robert. Yo también creo que es factible; no me parece tanta ficción. El término “material inteligente” es corriente hoy en día y los “biomateriales” también han sufrido un notable desarrollo aplicado a la medicina.

    Este relato ya me parecía suficientemente estrambótico como para adornarlo con mis corrientes salidas de tono. Todo lo que estoy escribiendo en la actualidad tiene tintes bastante humorísticos, creo.

    Saludos, compañeros
    Rafa

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  5. Tiene todo el sabor de un auténtico relato de los bolsilibros que tanto me gustan. Ciencia ficción como toca, no tanto saltito o patadita, sino teorías y elucubraciones a lo Asimov

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  6. En realidad no tengo ni idea aún de por dónde irán los tiros en esta saga que empiezo. Este primer relato se pensó para ser un relato corto. Los siguientes “episodios” tendrán algo de improvisación, mientras busco una trama que me parezca algo innovadora.

    Tengo algunas de estas novelitas serie “B” de ciencia ficción. Destacaría “Zoocosmos” y “El mundo del viento cósmico” por ser las únicas que recuerdo.

    Gracias por leerme.
    Saludos
    Rafa

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