2009/12/22

Bonanova dos


—Despierte, doctor Bruno, se ha quedado usted anestesiado —dijo Fon Crufer, que parecía sonreír.

Acababa de ser aspirado el doctor Andreu por la manguera axial, desapareciendo ante mis ojos con inusitada velocidad, y un rato me quedé observando el lugar en el que estaba y creo que con la mente completamente en blanco. Desapareció ante mis ojos en un solo parpadeo.

—No se ha de preocupar usted. Mañana seguro tendremos noticias suyas. No se alarme por la explosión.

Apenas terminó de hablar Fon Crufer cuando se produjo un estallido que resonó en las paredes de las instalaciones. A pesar de la advertencia, reaccioné con sorpresa, pero me sosegué al observar su estática sonrisa. Debería habérmelo esperado.

—Hoy es un día de celebración. Tengo invitados a cenar esta noche y gustaría que viniese usted. Son unos amigos muy próximos que estoy seguro les encantará conocerle.

—Tengo por costumbre cenar siempre con mi mujer, y no sé...

—Pues dígala que venga, sería estupendo también contar con su presencia.

—Tendría que preguntarle si le apetece.

—Pues hágalo.

—Hola, hola —marqué mentalmente en mi visor ocular y en seguida contestó mi mujer.

—Hola, pichurri, ¿va todo bien?

—Sí, parece que todo ha salido como esperábamos, pero no sabremos nada hasta mañana. Te quería decir que la doctora Fon Crufer quiere que vayamos a cenar a su casa, junto con otros invitados.

—La doctora Fon Crufer, ¡huy qué miedo!

—Sí, la verdad es que es espeluznante, la tengo aquí al lado, mira, te mando una visión.

—Dios mío, qué horror. Ten cuidado no pueda captar nuestra conversación.

—No, mujer, ¿qué dices? Eso es imposible.

—Sí que puedo doctor Bruno. Mucho gusto en saludarla, señora. Disculpe por entrometerme en su intimidad, pero aquí y en otras instalaciones tengo plena autorización. El sistema desencripta las odas latentes de resonancia.

—Mis más sinceras disculpas —dijo mi mujer—. Espero no se haya ofendido por estos comentarios tan fuera de lugar.

—Sí, estimada Juana, tengo mucho poder y usted está perfectamente disculpada. Será un honor tenerles a cenar entre nosotros esta noche.

Pareció que había leído sus pensamientos, o tal vez yo no recibí la respuesta integra de mi esposa. La misma Fon Crufer cortó la comunicación.

—Aprovecharemos que la manguera de propulsión está desplegada para regresar a la ciudad con más rapidez. Le acompañaré a su casa con mi transporte particular. Permita que insista.

—Sí, por supuesto, muchas gracias. Será un honor. Por favor disculpe mi inocencia y la de mi mujer.

Estaba realmente conmocionado y muy molesto con este torpe accidente.

La nave de Fon Crufer es un prototipo personalizado de las naves autodic que utiliza la agencia de defensa, de formas más suaves tiene el aspecto de un torso de paloma, con la forma de unas alas plegadas. En el habitáculo se articuló un sillón que me dispuse a ocupar por indicación de Fon Crufer. Ella, en el centro, quedó enganchada al suelo mediante unos pequeños herrajes. Una pantalla envolvente se activó en todo el interior y por un momento me quedé completamente atónito. La imagen era de la superficie de un mar alborotado y podía ver con claridad la infinita manguera de lanzamiento que se erguía atravesando un cielo encapotado. A mis pies podía ver alejarse la superficie, tal como si nos estuviéramos elevando a gran velocidad, llegando a alcanzar la boca de la manguera de lanzamiento. No pude evitar una convulsión cuando con un ruido estremecedor unas intensas llamaradas salieron de ella, dejando un rastro negruzco que se elevaba hasta el infinito.

Sin previo aviso fuimos absorbidos a una velocidad desconcertante surcando las intrincadas curvas de la manguera axial interior. Con una sensación de pánico y ahogo me agarré al sillón, aguantando como pude aquel azote desproporcionado para cualquier ser humano. Era como una atracción de feria descabellada pensada para provocar la muerte.

En la pantalla apareció una cuenta atrás de cuatro segundos, tiempo en el que fuimos decelerando hasta alcanzar la quietud y salimos impulsados después por la manguera de lanzamiento alcanzando en unos instantes los trescientos metro por segundo. La impresión fue terrible, pero atravesando la manguera de lanzamiento la velocidad se mantuvo exacta sin el más mínimo temblor, y puede por fin recuperarme de la impresión.

—Creo que he estado a punto de morir.

—No creo, monsieur Bruno. He llevado un seguimiento de su ritmo cardíaco y he calculado la forma de causarle a usted la menor impresión. Tan solo hemos requerido el impulso necesario para elevarnos mil metros sobre el nivel del mar. He considerado no gustaría someterse a un estado criónico.

—Solo ha sido un susto. Estoy bien.

Dudo no hubiera habido cierto escarmiento en consideración a la conversación con mi esposa.

Salimos impulsados por la boca de la manguera y por largo rato seguimos ascendiendo debido a la inercia, llegando a una leve velocidad de sustentación, momento en que se desplegaron las alas y haciendo unas atrevidas piruetas comenzamos a descender a velocidad creciente. El vuelo, aun intenso fue plácido, lo que no puedo decir del aterrizaje, pues apuró mucho Fon Crufer la frenada para dejarme en la puerta de mi casa. Aunque pasé un miedo atroz no quise dar muestra de ello.

—Un coche pasará a buscarles a las ocho.

—Muchas gracias. Hasta más tarde Fon Crufer.

Al recibirme mi mujer la abracé con todas mis fuerzas.


6 comentarios:

  1. Oooooh... seria interesante dar un paseo por ese peculiar metodo de transporte...

    Besitos, Besitas, y un Abrazo

    :D

    ResponderEliminar
  2. Hola, Soler, gracias por la visita.

    Sí, la ciencia ficción eso es lo que tiene, anticipa artilugios e invenciones que tardarán muchos años en llevarse a la práctica. Seguro que algún día todo el trasporte público será así.

    Feliz Navidad
    Rafa

    ResponderEliminar
  3. Vaya! Bonanova II. Me gusta esta historia. Y eso que no es de esas locuras Homarianas! jajaja
    Aunque apunta formas. Lo de "hola, pichurri" es un toque que me sacó la risa.

    besos,
    pepsi

    ResponderEliminar
  4. Hola, pepsi, ya verás como al final se me desmadra, jajaja.

    Ya tengo más o menos claro los ingredientes que tendrá este cocido, y te aseguro que sera todo menos sosegado. Pero hay un elemento que todavía no encuentro.

    Gracias por pasarte.
    Un beso

    ResponderEliminar
  5. Hola Rafael:

    Veo que tomaste en serio lo de continuar con el relato hasta convertirlo en novela. Seguiré visitandote para ver como va el experimento. Por cierto, como dijo Pepsi lo de " Pichurri " tambien me llego al alma, mucha ciencia ficción pero un termino tan coloquial impacta, jajaja.

    Buen capitulo.

    Un saludo
    Jecobe

    ResponderEliminar
  6. Pues sí. Ya veremos. Ya tengo material para un par de capítulos más, pero esperaré un poco a ver la trama cómo va.

    ResponderEliminar